Toda la jungla cabía en esos ojos,
cadenas de árboles bajaban por su cara en forma de lágrimas
atrás del vidrio de su vida, su miserable vida.
De vez en cuando dejaba caer sus parpados para ensoñar un instante la libertad, que ya no es.
Y de nuevo yo ahí.
Esa tarde yo lo ví, al igual de miles de tardes idénticas, otros pasaban sus miradas y se perdían en la falsa realidad.
Y llorar no le servía de nada, ni dormir, ni comer. Solo, ya con su pelo gris esperaba su muerte sobre una colchoneta vieja del zoologico
devastador,desesperante,casi como la imagen(que tuve la inmensasuerte de compartir)
ResponderEliminarfer
no tan inmensa en tu alma quedo la tristeza de esas criaturas
ResponderEliminarno vuelvan, no a los zoologicos. hay que ir a soltarlos y que se coman a los dueños y que los elefantes pisen los autos de plaza italia.
ResponderEliminarfet sos un simpaticon entre parentesis