sábado, 12 de diciembre de 2009

Veo rayas sobre tus ojos cerrados, tu cara pura y aquietada por tanto movimiento descubre tu alma añeja.
No llores, tus lágrimas me pertenecen,
y a la vez, no las quiero.
Ahí estas, delirante, y que bien te queda,
nadie te juzgaría por eso.
Tu brazo extendido, acompaña el leve movimiento de mi mano sobre tu cuerpo dormido.

Y nadie nos ve, es infinito y hermoso.
No puedo dejarte, y es lo que mas deseo.

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