lunes, 30 de noviembre de 2009

Esa presión me quema. Respira, respira de nuevo, desborda y tiembla.
Llora calla. El hambre, la vida. La sangre se fue, la lluvia se ve.

Blanco, sobre la cama, tendida. Sueña un sueño antiguo, donde él no es él.
Es un desconocido ante su reflejo. Sus manos tan pequeñas, no las reconoce y ese llanto, quien llora tan adentro mio? piensa.

Donde estoy?, y esa pregunta duraría toda una vida.
Aunque en ese instante, en le que todo es tan confuso y doloroso, esa pegunta vale mas que su propia respuesta.

Su boca abierta emitiendo esos sonidos tan ensordecedores, por todo el cuarto.
Lo único que lo estimulaba a dormirse eran esas manos que acariciaban su espalda tan tranquilamente, y de golpe me sentí a salvo.

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